En la Capilla Auxilar del Convento de los Reverendos Padres Franciscanos podemos contemplar en una de sus hornacinas a una bella efigie con la advocación de Ntra. Sra. del Rosario, de la cual, el que escribe siente un cierto cariño y nostalgia de las fiestas en su honor en la barriada de San Francisco.
Esta bellísima imagen es una antigua talla de candelero, de tamaño natural, de ojos rasgados, con cabeza y manos de talla y peluca postiza perteneciente a una antigua cofradía que surgió en Lucena en los años setenta o principios de los ochenta del siglo pasado en honor a la devoción de un retablo callejero situado en la Calle Mesón y que representaba a la Virgen María con esta misma advocación.
Cabe destacar que en los primeros años, la Señora contaba con un Niño Jesús de serie y de muy poca calidad, hasta que en los años 90 se sustiuyó por uno de talla, que es con el que cuenta hoy en día.
Uno de los objetivos con el que contaba la cofradía era sacar en procesión a esta imagen en el sábado más cercano a la celebración de su onomástica (el siete de octubre) y recorrer las calles céntricas de la ciudad finalizando el desfile tras bajar hasta la Calle Mesón y poner el paso frente al retablo de Ntra. Sra. del Rosario en señal de unión y devoción hacia dicho altar.
Durante los primeros años realizaba su gloriosa procesión en un trono sencillo sin palio y en varias ocasiones llegó a acompañar en las mañanas del Domingo de Resurrección a Ntro. Padre Jesús Resucitado, por lo que llegó a procesionar dos veces en un mismo año.
Más tarde lo hacía con el antiguo trono de María Stma. de la Paz (Campanitas) utilizando algunos años manto y palio de color azul y otros, manto y palio de color crudo adamascado. La Señora salió de los RR.PP. Franciscanos hasta 1998, año en el que se extinguió su cofradía.
Todos los años en la barriada de San Francisco se celebraba una verbena en honor a la Virgen, una celebración que acabó al extinguirse la cofradía.
El antiguo retablo de Ntra. Sra. del Rosario quedó muy estropeado por causas meteorológicas y por el deterioro del tiempo, así que la barriada mandó a encargar un mosaico que fuera copia de este cuadro, el cual hoy preside una plaza situada entre la Calle Mesón y la Calle Ancha, muy cerca de su lugar de origen.
Sin duda, era una tradición y una devoción que se añora hoy en día, solo nos queda esperar con anhelo a que esta imagen en un futuro vuelva a recibir el culto que se merece.
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