Con el terno azul y vestida de reina amanecía nuestra patrona en el presbiterio de la Parroquia Mayor de San Mateo expuesta en devoto besamanos como cada segundo domingo de mayo.
Centenares de devotos acudieron a tan esperada cita, donde se pudo contemplar la belleza soberana de la Santísima virgen más cerca que nunca.
Desde poco después de las diez de la mañana hasta ya pasadas las once de la noche, pudimos disfrutar del orgullo de Lucena tan cerca de todos los lucentinos.
A la luz de los velones
de los versos de Roldán,
cuánto lucentino afán
evocan las oraciones.
Son constantes devociones
a una misma Inmaculada,
Araceli consagrada
en el ara de su altar.
De la luz de su mirar
queda el alma enamorada.
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